lunes, 6 de julio de 2015

Amanecer en Carmona



Hoy me desperté reflexiva, incluso melancólica. Quizás el peso de los últimos acontecimientos ha conseguido doblegar mi espíritu. Lo cierto es que, a pesar de no sentir fuerza en mi cuerpo, obligo a mi mente y a mi corazón a continuar el camino.

Con lentitud, consigo encaminarme hacia mi destino de hoy. Esquivando piedras incrustadas y algún coche inesperado, avanzo por la todavía silenciosa ruta en estas calles de piedra, cuando siento suave e incitadora una ligera brisa en mi rostro. Levanto al fin mi vista y... siento el aliciente de una magnífica visión.  

Como quien saborea un instante único, me detengo y admiro el regalo que el día me acaba de ofrecer. Este momento de paz.

La silueta de Parador de Carmona, se recorta contra el horizonte, altiva y majestuosa, ajena al paso del tiempo y a quién la observa. El sol comienza a regarla, ajeno tal vez al espectáculo que nos regala. Si esas piedras hablaran... y nos contaran el devenir de historias vividas en su interior...

Respiro profundamente, agradeciendo estar aquí y ahora, en este preciso momento. Testigo mudo e insignificante de un maravilloso espectáculo en el que no existen artificios ni engaños, y durante un breve instante, siento la energía de los luchadores que fraguaron esta tierra y miraron el mismo cielo, calentándose bajo el mismo sol.


Una suave brisa, tal vez acontecida por la hora temprana, mueve las hojas de los árboles y me susurra... Ya estoy lista para el día de hoy. 

2 comentarios:

  1. Me has acabado contagiando de ese instante insustituible de paz, gracias vecina

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  2. Gracias a ti vecino. Tú llevas ya mucho tiempo regalándome historias espléndidas, comentarios sinceros y mostrando el mundo a través de una lupa muy especial. Como esa luna transportada en carrillo de mano...

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